Viajar en globo te hace darte cuenta de lo pacífico de las alturas. Silencio absoluto mientras la canasta se desliza suavemente sobre los viñedos y los riachuelos. Nos acercamos lo suficiente a la copa de un árbol como para rozar sus verdes hojas sin peligro. El reflejo del globo aparecia en cada riachuelo. Al principio, cuando el globo se eleva casi no te das cuenta de lo rápido que ganas altura. El siguiente golpe de realidad te llega cuando racionalizas que lo único que divide tu cuerpo, del vacío, es una delgada capa de mimbre. Al principio da "meyo" pero al contemplar el paisaje de verdes viñedos y las pacíficas montañas que protegen el valle te olvidas de todo y puedes contactar con tu esencia. Mi consejo: Consíganse un piloto que casi no hable, así podrán asegurar una experiencia bastante mística.¡SALUD!
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